Es la mañana del 25 de septiembre del 2006, todos hablan de la victoria de Emelec en el Clásico del Astillero del día anterior. Los azules se mantienen concentrados en el Polideportivo de los Samanes, los que jugaron el domingo descansan, no hayan la hora de retornar a casa, luego del gran esfuerzo. Finalizada la concentración, comienza el bombardeo telefónico, parece que va a ser imposible realizar esta nota, pero el celular del personaje es contestado. ”Los espero en casa, cuando lleguen por favor me pitan, y bajo enseguida”.

El destino es el norte de Guayaquil, el sol pareciera que va a incendiar la ciudad, y el tráfico hace más larga la espera, mientras tanto vale la pena ojear los periódicos ¡Sorpresa! ahí esta en la tapa del matutino, gritando desaforado, como si fuera un superhéroe, con su rostro ensangrentado luego de los golpes recibidos. “Marcos Mondaini nuevamente fue la figura desequilibrante de Emelec en la victoria de 2-1 frente a Barcelona” escribe el periodista, refiriéndose al delantero de 21 años, nacido en Argentina.

Con la pinta de un pibe
En la tranquilidad de la ciudadela donde vive lo vemos salir, no está con la camiseta de superhéroe con el 8 en su espalda, la lleva en la mano para la sesión fotográfica, parece un estudiante de universidad. ¿De quien fue ese codazo Marcos? Es la pregunta inmediata, luego de estrechar su mano y ver su boca partida. “Ese fue el que me dio Fricson George, pero Edwin Tenorio también me dio uno que me partió la boca por adentro. ¿Y no le da bronca? “Sabe…cuando más me golpean más ganas me dan de jugar”. Son las palabras de este “Pibe de Barrio” como el se considera.

El destino es el estadio Modelo, las canchas sintéticas, en ese lugar cientos de chicos ven en su imagen al ídolo y no dudan en pedirle un autógrafo, mientras recibe la artillería de fotos. Al ver tantos niños entrenando revive su infancia e inmediatamente siente el aroma del césped que le recuerda a su papá Eduardo cuando a los 7 años le regaló la primera pelota y lo llevó a jugar al fútbol al equipo del barrio del frente, el Estrellas del Norte. ”Desde ese día, yo no dejé de ir nunca. Mis amigos no fueron más pero a mi me gustó; y desde ese momento me di cuenta que quería ser jugador de fútbol”. A pesar que su hermano Diego lo ha venido a visitar Marcos Mondaini no puede ocultar la falta que le hace mamá María Graciela, papá Eduardo y su otro hermano Mario.

"Ellos están en Chaco. Allí es donde nací, eso queda en el interior al norte de Argentina. Es una ciudad muy linda, tranquila y hace mucho calor. Me da mucha alegría saber que mi familia está bien, pero a la vez los extraños mucho. Es por eso que hablo casi todos los días con ellos. Me preguntan cómo es Guayaquil y como me está yendo, siempre están preocupados porque soy el menor y el más mimado.

Lejos de casa
El cambio de vida de Marcos Mondaini comienza en 1998 cuando a sus 13 años hizo maletas luego que Jorge Griffa, un cazatalentos de Boca Juniors, lo descubriera jugando por el Atlético Sportivo y le ofreciera ir a Buenos Aires.

“Fue duro irme a la Capital me costó mucho separarme de mi viejo y mi familia, solo los veía cada tres meses. Mi viejo me decía que mi abuelo jugaba igual que yo, siempre lo hice de la misma manera. Pero en Boca aprendí otras cosas que me enseñaron a incorporar a lo que ya tenía”.

En el barrio de la Boca fue su adolescencia junto a la Bombonera, ahí creció con sus amigos y compañero Luis Escalada, y con chicos que ahora son ídolos como: Carlos Tevez, Neri Cardozo y Fernando Gago. “Cuando llegué a Boca siempre tuve ganas de más. Cada vez que veía el estadio me decía… algún día quisiera jugar ahí”.

Fue así como el 28 de noviembre del 2004 Marcos Mondaini debutó con la camiseta de Boca frente a Newell’s, cotejo que los azul y oro cayeron por 3-1.Por esos días el “Rey de Copas” era dirigido por Alfio Basile, quien le manifestó al joven delantero que tendría que esperar un poco, porque tenía muchos jugadores de experiencia aguardando una oportunidad.

De la Bombonera al Capwell
Dos días después de esa conversación con el técnico xeneize, llegó la propuesta de Emelec. Oferta que le pareció un desafío muy importante. A su arribo a Guayaquil, la noticia de que Escalada y Mondaini venían al conjunto azul a prueba no agradó mucho a los refuerzos gauchos. “Nosotros no veníamos a prueba, estábamos muy tranquilos. Se había hablado con la gente de Boca, ya veníamos a firmar nuestro contrato. Si hubiese venido a prueba me regresaba inmediatamente”.

Bastaron 10 minutos en la práctica para convencer a Carlos Torres Garcés. “Habían más de 40 jugadores probándose, pero con “Luisito” (Escalada) sabíamos lo que nosotros podíamos rendir dentro de la cancha”.

Cosas de la vida
La vida trae cambios y el delantero azul recuerda cuando llegó: “No me conocía nadie, ahora la gente me reconoce y me pide autógrafos. Mi vida no ha cambiado, sigo siendo el mismo chico de siempre, que le gusta pasar el tiempo con sus amigos y hablar con su familia. Prefiero pasar más inadvertido, todavía no me acostumbro a que la gente me reconozca y me pida autógrafos. No me molesta, lo que pasa es que soy muy tímido. Por eso no salgo mucho, paso conectado al Internet o hablando por teléfono. El cambio de Buenos Aires a Guayaquil no ha sido tanto, comenta, aunque el acostumbrarse a comer temprano si le costó.”Yo siempre comía a las 9 y media de la noche y acá lo hacen a las 7”. Se ha convertido en un fanático de los mariscos sobre todo el calamar, aunque extraña las comidas de mamá María Graciela; y eso en más de una ocasión le han sacado algunas lágrimas. “Me encantaría estar sentado con mi vieja y mi viejo tomando unos mates. Cuando hablo a mi casa y las cosas no andan bien me pone mal. El hecho de no poder solucionarlas me da un poco de impotencia”. Con el clásico dribling que le hace a los defensores, prefiere cambiar de tema, levanta su rostro y observa que en el balcón está su compañero Luis Escalada, quien no solo es su compañero de la delantera azul sino su hermano. “Con “Luisito” nos llevamos muy bien además con Marcelo Elizaga, Cristian Noboa, y Juan Triviño hemos hecho mucha camaradería. También tiene una amiga muy especial, aunque señala que no es su novia. “Es casi mi hermana se llama Karito, para mi una mujer debe ser espontánea, dulce y simpática, pero tengo un problema soy muy tímido”. Marcos confiesa que cuando están aburridos o deprimidos se ponen a escuchar cumbia con su amigo el “Gordo” (Escalada), lo que les levanta mucho el ánimo. Algo similar a lo que sienten domingo a domingo cuando la gente les demuestra el cariño desde las gradas. “Cada uno de esos momentos se guardan como lindos recuerdos”.

Su principal anhelo es jugar la Copa Libertadores con Emelec. “Este equipo me dio la oportunidad de mostrarme, El cariño que me demuestra la gente no tengo palabras para describirlo”. Marcos está muy optimista y piensa que Emelec puede quedar campeón. “Si seguimos trabajando como lo venimos haciendo es posible, pero hay que tener los pies sobre la tierra. El profesor Garcés llegó a una afinidad al grupo, más de la que tenía antes; y eso se nota. Estamos más unidos y eso se refleja en la cancha”.

Termina el diálogo e inmediatamente una manada de niños se acercan para pedir un autografo. “Yo quiero ser como tu cuando grande”, dice el niño, Marcos sonríe… no le salen las palabras, por eso prefiere tomar el manoseado cuaderno y estampar su firma que seguramente será guardada como el tesoro más preciado.