domingo, enero 09, 2011
Asad según Barraza: Un jugador ganador, un DT prometedor
Publicado a las 2:46:00 p. m. por webmaster
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Por Jorge Barraza. Publicado en El Universo
¡Mascalzone… Maledetto… Porca miseria...! Franco Baresi, el fabuloso zaguero centro del Milan, se pasó toda la final Intercontinental de 1994 maldiciendo a Omar Asad. El Turco lo volvió loco con sus mañas y su potencia, le metía el cuerpo, protegía la pelota con su voluminosa humanidad y luego se daba vuelta y encaraba con todo. Así fue la figura de la cancha, marcó un gol decisivo para la victoria de Vélez Sársfield y se ganó el trofeo Toyota al mejor jugador del partido.
El 'Turco' fue un nueve bravo, incómodo para los rivales, ganador al máximo. Hizo una campaña rara. A los 17 años se fue a probar a River, San Lorenzo, Racing, Defensores de Belgrano, Deportivo Merlo… Rebotó en todos. Le miraban el físico y se preguntaban “¿Y este gordito, qué busca…?” Rozando los 20, cuando otros ya llevan dos años de primera, tentó por segunda vez en Vélez. Metió dos goles. No encantó, sin embargo, algo le vieron. “Volvé en enero, pero con 6 kilos menos”, le dijeron los técnicos.
Así comenzó una carrera meteórica y breve. En 1992 debutó en primera mostrando lo que sería su impronta como jugador: fuerza, pujanza, viveza para moverse en el área, un derechazo picante. Ya en 1993 fue importante con sus goles para alcanzar el título que introduciría a Vélez en el plano internacional. Y resultó la pieza clave del equipo de Carlos Bianchi en la conquista de la Libertadores. No hizo goles hasta cansarse: fueron seis nomás. Eso sí, todos determinantes: sirvieron para un empate y 5 triunfos, uno de ellos, el 1-0 en la final sobre el Sao Paulo de Telé Santana. Difícilmente 6 goles vuelvan a ser tan productivos.
Sin embargo, tras el regreso de Japón comenzó su vía crucis: un choque con el arquero uruguayo Óscar Ferro virtualmente lo retiró del fútbol a los 24 años. Diagnóstico: rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha. Lo que parecía una lesión seria aunque curable se tornó pertinaz. Durante cinco años lo mantuvo inactivo por largos periodos.
Fue una operación tras otra, las rehabilitaciones, la lucha contra el peso. “Tengo una fuerza interior enorme. Cuando me den una pelota, los mato a todos”, decía. No pudo ser. Finalmente, llegó el obligado retiro con 28 años. Pero Vélez nunca le cerró la puerta a quien le dio tanta gloria, le respetó todos los contratos y le abrió una ventanita nueva: la dirección técnica en las inferiores.
Ahí nació otro Turco: el DT. El muchacho chispeante y sencillo debía ponerse un traje más responsable. Hizo el curso y se introdujo en el anonimato que representa trabajar con chicos. Seis años en esa escuelita hasta que un día de diciembre del 2009 volvió al primer plano: ‘Asad firmó como técnico de Godoy Cruz’, titulaba un pequeño recuadro de la sección Deportes de Olé. “¿Asad…?”, nos preguntamos todos. No se sabía ni que fuera entrenador.
Y ahí apareció de nuevo el ganador nato, el gordito pícaro que le hizo morder el polvo a Baresi, que lo tuvo a la rastra todo el partido y le clavó un golazo de media vuelta al Milan. Tomó un equipo del interior, comprometido con el descenso, lleno de González y Garcías por el que nadie daba una moneda y lo mandó al frente en todas las canchas. ¿Con Boca en La Bombonera…? “Hay que atacarlo”. ¿Contra River…? “Tenemos que mostrarle los dientes”.
Así fue con todos. Una propuesta refrescante, audaz, generosa que se tradujo en una campaña fantástica. ¿Resultado? Godoy Cruz, que no lo hubiera soñado en su vida, clasificó a la Libertadores.
En mayo último, apenas debutando en la función, le confesó a El Gráfico: “Había tenido varias ofertas para dirigir en el Nacional B. En algún caso estuve por ir y en otros decliné yo, sobre todo, si el objetivo era solo salvarse de algo, porque yo quiero más, voy para adelante como loco. Ahora me sentía más preparado y con ganas de dar el salto”.
Les dijo a los jugadores que apostaba a pelear el campeonato. Y a los dirigentes que quería un premio por salir campeón. Lo miraron raro. Pero después estuvo diez fechas puntero. “Yo me formé en un equipo que pensaba que lo peor que le podía pasar era empatar”, dice.
Consejos de Carlos Bianchi
Antes de aceptar, se reunió dos veces con su gran maestro, Bianchi. “Me dijo que comenzaba una carrera muy linda y me dio un solo consejo: respetá siempre al jugador”. ¿Qué es respetarlo? Lo explica: “Decirle siempre la verdad, el jugador capta enseguida si lo respetás. Y convencer con el trabajo: qué haces, cómo se lo explicás, si en la cancha sale… Es fundamental la forma en que el técnico le llegue al jugador. Si lo entiende y ve los resultados, el jugador se juega la vida por el técnico”.
¿Cómo jugó Godoy Cruz, la revelación del torneo argentino? Salida limpia desde atrás, pelota al pie, un equipo bien abierto y al ataque, a lastimar. A nadie le extrañe si Emelec sale a jugarle así a Liga en Quito o a Barcelona en el Monumental.
Se fue de Mendoza porque había hecho una apuesta exclusivamente deportiva, con un contrato bajo. Le fue maravilloso y para renovar pretendía un reconocimiento económico. No se lo dieron y adiós. Dudó un poco para aceptar la propuesta de Nassib Neme. “El club me gustaba, pero era una cuestión familiar. Cuando los hijos son chiquitos te vas a cualquier lado y te llevás toda la familia. Ahora los míos ya son adolescentes y la cosa cambia. Entonces no era una decisión que debía tomar yo, sino toda la familia. Pero me apoyaron y firmé”.
Emelec se llevó al técnico joven más prometedor de la Argentina. Que sea campeón o no son cinco centavos aparte, en fútbol dos más dos son siete. Pero que el emelecismo se va a sentir representado por su equipo, de eso podemos ir firmando al pie.