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sábado, septiembre 21, 2013
Raffo: sus recuerdos, anécdotas y su regreso "temporal" al fútbol
Publicado a las 4:23:00 p. m. por webmaster
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Tenía 64 años, y casi un cuarto de siglo de haberse retirado, cuando Carlos Raffo volvió a vestirse con el uniforme de Emelec para un partido con público. Fue en el acto denominado Cena del Recuerdo, organizado por la dirigencia azul en junio de 1990, antes de la reapertura del estadio Capwell.
El 'Flaco' mostró, en cada jugada, en cada reclamo a sus viejos excompañeros por un pase errado, en sus protestas al árbitro, en los choques contra sus marcadores, que su orgullo futbolero y su espíritu ganador no se habían extinguido.
Así era Raffo dentro y fuera de la cancha. Vivía con pasión su amor por Emelec, Ecuador y su familia. Lo evidenció en varias entrevistas a la prensa entre 1991 y el 2010.
El 'Flaco' mostró, en cada jugada, en cada reclamo a sus viejos excompañeros por un pase errado, en sus protestas al árbitro, en los choques contra sus marcadores, que su orgullo futbolero y su espíritu ganador no se habían extinguido.
Así era Raffo dentro y fuera de la cancha. Vivía con pasión su amor por Emelec, Ecuador y su familia. Lo evidenció en varias entrevistas a la prensa entre 1991 y el 2010.
Sobre su participación por la Selección en la eliminatoria al Mundial de Chile 1962, contó: “Llegó un telegrama del presidente (José María) Velasco Ibarra ordenando que me permitieran jugar (ante Argentina). Fui ecuatoriano por decreto. Para mí era un orgullo jugar por Ecuador. Sentía mucho esa camiseta. Nací en Argentina, pero mi patria es Ecuador”.
También se emocionaba al referirse a los goles que anotó y exigía un conteo no solo de los marcados en juegos oficiales, sino también los hechos en amistosos. En uno de esos duelos, el 11 de enero de 1959 ante el Santos, Raffo enfrentó a Pelé, cuyo equipo venció 1-3 en el Capwell. “Cuando le comenté a Pelé cuánto cobraba, me recomendó que me fuera a otro país”, contó como anécdota.
También se emocionaba al referirse a los goles que anotó y exigía un conteo no solo de los marcados en juegos oficiales, sino también los hechos en amistosos. En uno de esos duelos, el 11 de enero de 1959 ante el Santos, Raffo enfrentó a Pelé, cuyo equipo venció 1-3 en el Capwell. “Cuando le comenté a Pelé cuánto cobraba, me recomendó que me fuera a otro país”, contó como anécdota.
“El gol es la alegría más grande del fútbol. Me volvía loco hacer uno; más si había una prima. Generalmente, me daban 100 sucres por gol”, relataba el exfutbolista nacido en Buenos Aires en 1926, y fallecido en Guayaquil el miércoles pasado.
Raffo rememoraba un tanto con afecto: “Hay uno que considero inolvidable, el mejor gol de mi vida. Fue el 10 de marzo de 1963 en el Sudamericano (Copa América) de La Paz. Fue de palomita, luego de una corrida de (Enrique) Raymondi, quien burló a varios bolivianos, tiró el centro y no lo pensé dos veces: me zambullí y vencí al arquero”. El resultado fue 4-4.
Raffo rememoraba un tanto con afecto: “Hay uno que considero inolvidable, el mejor gol de mi vida. Fue el 10 de marzo de 1963 en el Sudamericano (Copa América) de La Paz. Fue de palomita, luego de una corrida de (Enrique) Raymondi, quien burló a varios bolivianos, tiró el centro y no lo pensé dos veces: me zambullí y vencí al arquero”. El resultado fue 4-4.
El exastro de Emelec revelaba que “no tenía una fórmula especial para hacer goles. Eso sí, tenía capacidad de desmarcación y siempre estaba en el lugar indicado, además de muy bien acompañado”.
Sobre el retiro, que para él llegó en 1966, Raffo reflexionaba que “para algunos jugadores es un drama, pero en mi caso no fue así. Siempre estuve en este ambiente (del fútbol). Al dejar de jugar me desempeñé como técnico del Deportivo Cuenca y armamos un gran equipo en 1971. Luego anduve por Macará y dirigí varios partidos a Emelec”. Y añadía, ya en sus últimos años, que “el cigarrillo es mi amigo, es mi único vicio. No bebo, no soy mujeriego”.
De su nacionalización contaba: “Me tenían de un lado a otro; que falta un papel, que faltan dos, pero yo me sentía ecuatoriano sin necesidad de los dichosos documentos. En agosto (de 1991) por fin se dio. Me llamaron de Relaciones Exteriores y me pidieron que fuera con tres testigos y mi pasaporte. Uno de los testigos no llegó y me ayudó una amable secretaria. Fue un momento inolvidable” ser nacionalizado.
Sobre el retiro, que para él llegó en 1966, Raffo reflexionaba que “para algunos jugadores es un drama, pero en mi caso no fue así. Siempre estuve en este ambiente (del fútbol). Al dejar de jugar me desempeñé como técnico del Deportivo Cuenca y armamos un gran equipo en 1971. Luego anduve por Macará y dirigí varios partidos a Emelec”. Y añadía, ya en sus últimos años, que “el cigarrillo es mi amigo, es mi único vicio. No bebo, no soy mujeriego”.
De su nacionalización contaba: “Me tenían de un lado a otro; que falta un papel, que faltan dos, pero yo me sentía ecuatoriano sin necesidad de los dichosos documentos. En agosto (de 1991) por fin se dio. Me llamaron de Relaciones Exteriores y me pidieron que fuera con tres testigos y mi pasaporte. Uno de los testigos no llegó y me ayudó una amable secretaria. Fue un momento inolvidable” ser nacionalizado.
Fuente: El Universo
