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lunes, diciembre 09, 2013

La fiesta se vivió dentro y fuera del Capwell

Publicado a las 7:41:00 p. m. por webmaster

"¡Tribuna! ¡San Martín!", gritaban los revendedores mientras agitaban ostensiblemente los últimos boletos para abrir las puertas del 'paraíso azul'. No debían quedarles demasiados, porque una hora antes del partido las gradas del estadio George Capwell ya lucían repletas.

Ni un alfiler cabía ayer en el Estadio George Capwell de Guayaquil. Los hinchas llegaron desde las 09:00 para encontrar un puesto para presenciar la coronación del Club Sport Emelec como nuevo campeón del fútbol ecuatoriano.

Con el pasar de las horas, poco a poco, las gradas del escenario deportivo comenzaron a tornarse de color azul y plomo.

Cientos de cigarrillos, papel picado y miles de litros de cerveza se agotaron antes que empezara el juego entre azules y Deportivo Quevedo, que se jugaba la permanencia en la Serie A.

Mientras se acercaba la hora del partido el calor se tornaba irresistible. Al llegar la hora cero, el Capwell se convirtió en una verdadera caldera. Por momentos, los cimientos temblaban cuando La Boca del Pozo correaba: “Emelec ya es campeón, Emelec ya es campeón, aunque llore barcelona y la p… madre que los parió...”

La fiesta, en cualquier caso, también estaba fuera, en las inmediaciones del gramado que ha acogido el mejor fútbol ecuatoriano en esta temporada 2013 y que la hinchada 'eléctrica' nunca olvidará.

Ondeaban las banderas; centenares de hinchas lucían orgullosos los colores de su equipo, caminando o haciendo cola en los aledaños de un Capwell que ya hervía con fervor. Al exterior llegaban el furor de los cánticos y el temblor de las palmas de la extática hinchada azul. Los aficionados que se quedaron sin entrar se consolaron a sabiendas de que esta vez el festejo continuaría fuera del estadio.


Los vendedores ambulantes aprovechaban para hacer su agosto (una, tal vez desorientada, vistiendo una sudadera del Barcelona... de España). Otros aprovecharon la aglomeración para hacer masivo su mensaje, como el grupo que amenizó la espera defendiendo la lucha contra la explotación infantil a golpe de tambores.

Pero a la hinchada, ayer, solo le preocupaba una cosa: ver a sus jugadores alzando una copa que no había sido suya desde hace once años, toda una larga espera.

Nadie quiso arriesgarse a llegar tarde y, aun así, hubo quienes debieron ubicarse con las piernas colgando peligrosamente por el exterior de la grada. Ayer en el Capwell no había miedo. Solo el placer inmenso de celebrar el fútbol al estilo de los campeones.


Durante el encuentro todo fue un carnaval. Los gritos de los tres goles solo fueron la ratificación de que hicieron todo bien. Antes de ponerse el sol ya nadie les iba a posponer nada; la gloria es suya, son los campeones merecidos y se demostró con una fiesta tranquila, en la que los hinchas no invadieron la cancha y celebraron con sus estrellas, sus campeones.

Inmediatamente fue la entrega de la copa y los fuegos pirotécnicos retumbaron en las afueras del estadio.


Síntesis de noticias publicadas por Hoy y Expreso



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