sábado, febrero 08, 2014
"Gabriel Achilier, un central de raza indómita"
Publicado a las 12:30:00 p. m. por webmaster
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Editorial de Roberto Bonafont. Publicado por Expreso
Su liderazgo se ve en la derrota superando la adversidad. Todo el mundo sabe jugar al fútbol si le dejas cinco metros de espacio. Achilier está para negarlos. Los lanzamientos que vienen de media altura son complicados, allí el central da el primer paso para evitar que lo anticipen.
La pelota garúa es más sencilla, el defensor está mejor ubicado, tiene más visión y tiempo porque el balón tarda en descender. "Siempre le digo a mi lateral: apriétale al extremo, que si hace un autopase largo, ahí estoy yo para cubrir. Y si nos la tira larga, hacemos el dos contra uno".
La pelota garúa es más sencilla, el defensor está mejor ubicado, tiene más visión y tiempo porque el balón tarda en descender. "Siempre le digo a mi lateral: apriétale al extremo, que si hace un autopase largo, ahí estoy yo para cubrir. Y si nos la tira larga, hacemos el dos contra uno".
La pelota siempre llega al destino que él elige. Desconfía de los rivales y de sus compañeros como buen central. No arriesga la tenencia del balón gambeteando en el área. Detrás de su posición solo queda el solitario arquero para salvar el error. Mejoró su cabezazo, que ahora saca desde la cintura, como lo hacen los especialistas; rápido de piernas para defender a 50 metros de su portería.
Los envíos adversarios más terribles para un zaguero son los que caen a la altura de la cintura, él sabe si rechazarlos con el pie o con la testa. Elige antes de que llegue el balón. Marca de adelante, no de atrás, no toma al rival para bloquearlo. Lo deja que se mueva.
Al salir la pelota, no antes, ni mucho después, para calcular bien, tomarse medio metro para el salto o envión, y ahí anticiparse al ofensivo.
Si el delantero está de espalda al arco trata de que no se dé vuelta, y cuando encara, él tiene en claro hacia dónde lo quiere llevar. Domina la acción, en el instante que el rival gatilla, saca su pie desviando el tiro.
Es la figura de la mirada feroz, de la actitud agresiva, del esfuerzo desenfrenado. También es tregua que calma, la pausa que reflexiona, la serenidad que ordena.
La vigencia de un símbolo que no claudica.
Los envíos adversarios más terribles para un zaguero son los que caen a la altura de la cintura, él sabe si rechazarlos con el pie o con la testa. Elige antes de que llegue el balón. Marca de adelante, no de atrás, no toma al rival para bloquearlo. Lo deja que se mueva.
Al salir la pelota, no antes, ni mucho después, para calcular bien, tomarse medio metro para el salto o envión, y ahí anticiparse al ofensivo.
Si el delantero está de espalda al arco trata de que no se dé vuelta, y cuando encara, él tiene en claro hacia dónde lo quiere llevar. Domina la acción, en el instante que el rival gatilla, saca su pie desviando el tiro.
Es la figura de la mirada feroz, de la actitud agresiva, del esfuerzo desenfrenado. También es tregua que calma, la pausa que reflexiona, la serenidad que ordena.
La vigencia de un símbolo que no claudica.