sábado, agosto 09, 2014
"Wimper Guerrero"
Publicado a las 10:23:00 a. m. por webmaster
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Editorial de Joaquín López Chávez. Publicado por CRE.
Qué haces aquí, sonaba más a cuestionamiento que halago. Hace diez años lo conocí en una cancha polvorienta del colegio Eugenio Espejo donde iniciaba sus entrenamientos el club más popular de Babahoyo, Venecia, de la provincia de Los Ríos. Dos años antes había jugado en Santa Rita de Vinces.
Al presidente del club de ese momento, Eric Westerberg le pedí que no me de recomendaciones de nadie. No había informes de los anteriores entrenadores, sino simplemente los jugadores cada vez que iniciaban los torneos provinciales se acercaban para probar suerte. Él fue uno más que se fue a probar. El club no tenía continuidad de un año para otro.
No tenía forma deportiva, su estructura física no lo dejaba ver delgado, pero en cambio su zurda era exquisita, con visión periférica para desde su área poner pases de gol. Era elegante que en cualquier momento te galleteaba. Jugaba de zaguero central.
A la hora de transportar, lo podía hacer con la planta, borde interno o externo, pero siempre lejos de su cuerpo y por ende del adversario. Era muy difícil de quitarle el balón.
Lo convencí para que deje la posición de zaguero central para ponerlo en volante central. No era rápido y todos te van a pasar le dije. Así que ahí no tienes futuro. El aceptó.
Al presidente del club de ese momento, Eric Westerberg le pedí que no me de recomendaciones de nadie. No había informes de los anteriores entrenadores, sino simplemente los jugadores cada vez que iniciaban los torneos provinciales se acercaban para probar suerte. Él fue uno más que se fue a probar. El club no tenía continuidad de un año para otro.
No tenía forma deportiva, su estructura física no lo dejaba ver delgado, pero en cambio su zurda era exquisita, con visión periférica para desde su área poner pases de gol. Era elegante que en cualquier momento te galleteaba. Jugaba de zaguero central.
A la hora de transportar, lo podía hacer con la planta, borde interno o externo, pero siempre lejos de su cuerpo y por ende del adversario. Era muy difícil de quitarle el balón.
Lo convencí para que deje la posición de zaguero central para ponerlo en volante central. No era rápido y todos te van a pasar le dije. Así que ahí no tienes futuro. El aceptó.
Wimper Guerrero, en esa época, estaba definido que ya no iba a ser futbolista profesional. Trabajaba en una bananera que lo acogió un empresario colombiano Alfredo Concha, el mismo de la historia de Jefferson Montero, donde ganaba sobre los setenta dólares semanales. A este dinero había que sumar los cachuelos que hacia jugando en toda la provincia, tanto sábados como domingos, donde cobraba cincuenta dólares por partido. Mínimo hacia cien dólares semanales. Más Venecia donde ganaba sobre los trescientos dólares mensuales. Digamos que tenía una vida estable económicamente a través del fútbol. Así pensaba.
Puedes ganar más, le expuse. Un futbolista profesional está sobre los cinco mil dólares mensuales. Tú tienes nivel para ello. Se reía y me veía de manera incrédula. Invierte tiempo le pedía. Sigue jugando, no dejes de entrenar, pero también deja de tomar trago lo enfrentaba.
Junto a Nelson Campbell Robalino, mi asistente en Babahoyo, en los días libres cuando el club no entrenaba lo íbamos a ver en sus sitios preferidos. Era muy duro cambiar su estilo de vida. Pero igual, le hicimos un plan para reducir el sobre peso.
Ese año estuve tres meses en Venecia de Babahoyo por cuanto para agosto y septiembre me fui para Emelec de Guayaquil y luego, desde octubre a Comunicaciones de Guatemala donde termine el año.
En los inicios del dos mil cinco vuelvo a Babahoyo, pero a trabajar en la Federación Deportiva de Los Ríos. El entrenador de Venecia era el profesor Carlos Landeros, chileno, con quien comíamos juntos en el restaurant de Federación. El sufre un accidente casero donde se rompe tobillo y cadera y termina en silla de ruedas.
Héctor Hurtado, presidente de la Comisión de Fútbol del club Venecia y de la Aso Amateur de Federios, me pide que los ayude. Era la época dura de estructurar el plantel. Todos los directivos se sentían con derecho para opinar y meter jugadores. Y como Venecia es ídolo todos opinaban. Así pasaron cuatro meses hasta que volvió el profesor Landeros a la conducción del histórico equipo que llegó en tercera posición nacional, atrás de Imbabura y Azogues. Yo me había ido a Kaposvari, Hungría, Europa con la selección de Los Ríos, categoría Sub 16, donde fue Jefferson Montero.
Ese año dos mil cinco, Wimper fue capitán de Venecia. La ciudad saboreó fútbol profesional. Estuvo cerca. Y entonces se convenció. Incluso hizo dos goles inolvidables. Venecia había perdido 0-4 contra Calceta de Manabí. En el partido de vuelta, Venecia iba ganando 3-0. Sobre el final del compromiso, Wimper cabeceó para dar el empate. El estadio de Babahoyo se vino abajo. En los penales los locales ganaron 5-4. Otro gol es el olímpico que marcó a Liga de Quito en el 2006. En la época de gloria con Emelec.
Puedes ganar más, le expuse. Un futbolista profesional está sobre los cinco mil dólares mensuales. Tú tienes nivel para ello. Se reía y me veía de manera incrédula. Invierte tiempo le pedía. Sigue jugando, no dejes de entrenar, pero también deja de tomar trago lo enfrentaba.
Junto a Nelson Campbell Robalino, mi asistente en Babahoyo, en los días libres cuando el club no entrenaba lo íbamos a ver en sus sitios preferidos. Era muy duro cambiar su estilo de vida. Pero igual, le hicimos un plan para reducir el sobre peso.
Ese año estuve tres meses en Venecia de Babahoyo por cuanto para agosto y septiembre me fui para Emelec de Guayaquil y luego, desde octubre a Comunicaciones de Guatemala donde termine el año.
En los inicios del dos mil cinco vuelvo a Babahoyo, pero a trabajar en la Federación Deportiva de Los Ríos. El entrenador de Venecia era el profesor Carlos Landeros, chileno, con quien comíamos juntos en el restaurant de Federación. El sufre un accidente casero donde se rompe tobillo y cadera y termina en silla de ruedas.
Héctor Hurtado, presidente de la Comisión de Fútbol del club Venecia y de la Aso Amateur de Federios, me pide que los ayude. Era la época dura de estructurar el plantel. Todos los directivos se sentían con derecho para opinar y meter jugadores. Y como Venecia es ídolo todos opinaban. Así pasaron cuatro meses hasta que volvió el profesor Landeros a la conducción del histórico equipo que llegó en tercera posición nacional, atrás de Imbabura y Azogues. Yo me había ido a Kaposvari, Hungría, Europa con la selección de Los Ríos, categoría Sub 16, donde fue Jefferson Montero.
Ese año dos mil cinco, Wimper fue capitán de Venecia. La ciudad saboreó fútbol profesional. Estuvo cerca. Y entonces se convenció. Incluso hizo dos goles inolvidables. Venecia había perdido 0-4 contra Calceta de Manabí. En el partido de vuelta, Venecia iba ganando 3-0. Sobre el final del compromiso, Wimper cabeceó para dar el empate. El estadio de Babahoyo se vino abajo. En los penales los locales ganaron 5-4. Otro gol es el olímpico que marcó a Liga de Quito en el 2006. En la época de gloria con Emelec.
En enero del 2006, madrugó de su natal Babahoyo para llegar a las 7h00 al polideportivo de Emelec. Ya se había hablado con Carlos Torres Garcés quien lo conocía. Le habíamos hablado de dos años de trabajo del jugador. Y el jugador llegó al primer equipo y hasta fue titular todo el primer semestre.
En horas de la madrugada, Wimper marcó mi celular muy emocionado. El día anterior había su club Emelec goleado 3-0 tres a Barcelona. Aquel resultado provocó la salida del entrenador colombiano Juan José Peláez, primero, y luego del presidente Isidro Romero, quien renunció de manera inexplicable al cargo.
Wimper estaba emocionado, no por la victoria, ni por los mil dólares que había recibido de premio, sino por haber creído en esa posibilidad de que todavía podía jugar futbol profesional. Y su cerebro recordaba cada palabra.
Yo lo reté. Qué eres loco le dije. Como puedes tomar trago luego de un partido tan exigente como fue el clásico. Mañana entrenas le pregunto, donde estas le sigo preguntando, me responde en mi tierra Babahoyo, aquí con mis panas, remata.
Ese semestre del 2006 fue inolvidable para Wimper. Emelec era puntero del torneo. Él era titular en media cancha con Juan Triviño como volante central, el colombiano Luis Guillermo Rivera volante derecho, Wimper Guerrero volante izquierdo y de diez era, otro riosense, Armando Paredes. Adelante jugaban los argentinos Luis Escalada y Marcos Mondaini.
Uno de esos días, por casualidad nos encontramos en Babahoyo. Le dije que hacia ahí. Me dijo que vivía ahí. Como puedes hacer eso le respondí. Tú eres futbolista profesional. Ándate a Guayaquil para que vivas cerca del Polideportivo Los Samanes. No le des ventaja a tus rivales que son tus propios compañeros. Mientras ellos duermen o descansan, tus estas viajando. Son tres horas que pierdes, tanto de ida como vuelta.
En el segundo semestre Wimper perdió la titularidad. José Luis Quiñonez se movió como compañero de Triviño y Rivera con Paredes eran los otros volantes. Ya para esos días aparecían con muchos minutos Cristian Noboa, pero jugando como volante lateral.
Al siguiente año, con la salida de Carlos Torres tuvo pocas posibilidades y entonces emigró para Macará de Ambato, Liga de Loja, Técnico Universitario y su ultimo club fue Venecia, donde su calidad intacta era mejor, pero en cambio su condición física era muy precaria.
La última vez que nos vimos con Wimper fue en Portoviejo en Federación Deportiva de Manabí. Era seleccionado del Ecuador de Futsal. Habló del 2012. A los amantes del juego corto, era demasiado espectáculo. Tenía cuerda para frotar la lámpara, pero siempre en terrenos reducidos.
En horas de la madrugada, Wimper marcó mi celular muy emocionado. El día anterior había su club Emelec goleado 3-0 tres a Barcelona. Aquel resultado provocó la salida del entrenador colombiano Juan José Peláez, primero, y luego del presidente Isidro Romero, quien renunció de manera inexplicable al cargo.
Wimper estaba emocionado, no por la victoria, ni por los mil dólares que había recibido de premio, sino por haber creído en esa posibilidad de que todavía podía jugar futbol profesional. Y su cerebro recordaba cada palabra.
Yo lo reté. Qué eres loco le dije. Como puedes tomar trago luego de un partido tan exigente como fue el clásico. Mañana entrenas le pregunto, donde estas le sigo preguntando, me responde en mi tierra Babahoyo, aquí con mis panas, remata.
Ese semestre del 2006 fue inolvidable para Wimper. Emelec era puntero del torneo. Él era titular en media cancha con Juan Triviño como volante central, el colombiano Luis Guillermo Rivera volante derecho, Wimper Guerrero volante izquierdo y de diez era, otro riosense, Armando Paredes. Adelante jugaban los argentinos Luis Escalada y Marcos Mondaini.
Uno de esos días, por casualidad nos encontramos en Babahoyo. Le dije que hacia ahí. Me dijo que vivía ahí. Como puedes hacer eso le respondí. Tú eres futbolista profesional. Ándate a Guayaquil para que vivas cerca del Polideportivo Los Samanes. No le des ventaja a tus rivales que son tus propios compañeros. Mientras ellos duermen o descansan, tus estas viajando. Son tres horas que pierdes, tanto de ida como vuelta.
En el segundo semestre Wimper perdió la titularidad. José Luis Quiñonez se movió como compañero de Triviño y Rivera con Paredes eran los otros volantes. Ya para esos días aparecían con muchos minutos Cristian Noboa, pero jugando como volante lateral.
Al siguiente año, con la salida de Carlos Torres tuvo pocas posibilidades y entonces emigró para Macará de Ambato, Liga de Loja, Técnico Universitario y su ultimo club fue Venecia, donde su calidad intacta era mejor, pero en cambio su condición física era muy precaria.
La última vez que nos vimos con Wimper fue en Portoviejo en Federación Deportiva de Manabí. Era seleccionado del Ecuador de Futsal. Habló del 2012. A los amantes del juego corto, era demasiado espectáculo. Tenía cuerda para frotar la lámpara, pero siempre en terrenos reducidos.
Es bueno decir que Wimper fue seleccionado del Ecuador, en el sudamericano Sub 17 de Paraguay, actuando como zaguero central, aquella selección que tuvo problemas por adulteración de edades.
Que después de ese torneo, su pase lo iba a comprar Omar Quintana, pero por una trifulca entre su empresario, presidente del club Independiente y familiares no se pudo dar el traspaso.
La muerte de Wimper Guerrero, de 35 años, que conocimos en una cancha deportiva nos llena de tristeza. Y al mismo tiempo nos debe ensenar, pese a que su muerte es por infarto, mientras trabajaba en la cooperativa de transporte urbano Santa Rita de Babahoyo, que la victoria en futbol es tan efímera y pasajera como la vida misma.
Al mismo tiempo pensamos si había manera de prevenirla o simplemente fue una muerte accidental. El dolor y tristeza de los deportistas de Babahoyo y de todos sus familiares lo sentimos en toda la provincia de Los Ríos. Y como dice el mexicano Antonio Aguilar con la muerte del gallero, nadie sonaba ni el día, ni como habría de acabar.
Que después de ese torneo, su pase lo iba a comprar Omar Quintana, pero por una trifulca entre su empresario, presidente del club Independiente y familiares no se pudo dar el traspaso.
La muerte de Wimper Guerrero, de 35 años, que conocimos en una cancha deportiva nos llena de tristeza. Y al mismo tiempo nos debe ensenar, pese a que su muerte es por infarto, mientras trabajaba en la cooperativa de transporte urbano Santa Rita de Babahoyo, que la victoria en futbol es tan efímera y pasajera como la vida misma.
Al mismo tiempo pensamos si había manera de prevenirla o simplemente fue una muerte accidental. El dolor y tristeza de los deportistas de Babahoyo y de todos sus familiares lo sentimos en toda la provincia de Los Ríos. Y como dice el mexicano Antonio Aguilar con la muerte del gallero, nadie sonaba ni el día, ni como habría de acabar.