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lunes, julio 23, 2007
Ex-cracks participan en Clásico del Astillero, en el parque de Flushing, NY
Publicado a las 11:16:00 a. m. por webmaster
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Es la gran fiesta de los aficionados ecuatorianos al fútbol. Nació en Guayaquil pero se convirtió luego en la más alta expresión de la emoción popular a lo largo y ancho de Ecuador y hace años que traspuso las fronteras.
El Clásico del Astillero, el partido entre Barcelona y Emelec, se ha devaluado un poco. Pero todos esperamos que ambos clubes resurjan de las cenizas y vuelvan a sacudir el alma de la gente futbolero como en aquellos años del Estadio Capwell y el Estadio Modelo.
A lo largo de la historia, que ya alcanza 64 años, el Clásico se caracterizó por los duelos inolvidables, el primero de ellos entre Juan Benítez, recio y expeditivo marcador de punta del Barcelona, y el alero zurdo de Emelec, Juan Avelino Pizauri, un argentino que llegó en 1949 para el legendario Torneo del Pacífico.
El más grande de los duelos lo sostuvieron por la derecha Luciano Macías, un jugador lleno de ímpetu y bravura, y el famoso "Loco" José Vicente Balseca. Ellos solos llenaron estadios y quienes los vimos en acción no podremos jamás olvidarlos.
El Clásico produjo un hecho inusitado y único en la historia mundial: el duelo de Helio Carreiro da Silva, Helinho, un arquero ágil y acrobático, defendía la portería del Idolo, mientras en el el arco de Emelec estaba un golero sobrio y seguro, el paraguayo Ramón Maggereger quien había estado en la selección de su país en el Mundial de Suecia en 1958.
Cuando se inició el primer torneo profesional en Guayaquil, en 1951, Emelec llevó desde Buenos Aires a un puntero derecho lleno de astucia y habilidad que formó parte de una familia que dejó un gran recuerdo: Orlando Larraz. Barcelona ya era el ídolo de Guayaquil.
El 8 de septiembre de 1951 Larraz salió al campo del Capwell. El hombre encargado de marcarlo era Galo Solís, uno de los jugadores criollos que más había aportado a la fama del equipo oro y grana. Jugaron cinco Clásicos antes de que Orlando se fuera a Colombia donde fue campeón con Independiente Medellín y con Millonarios.
No habían vuelto a verse hasta hace pocos días en que se le hizo un homenaje a Galo Solís por sus 80 años en el acogedor Rincón Latino, de don Néstor Dután. De entre un grupo de amigos entre los que estaba de incógnito, salió Larraz para darle un abrazo al sorprendido "Papa chola". Lágrimas de emoción bañaron el rostro de los dos cracks que terminaron contagiando a todo el público.
Volverán verse en el Clásico del Astillero de los veteranos el próximo sábado desde las cuatro de la tarde, en la cancha 5, organizado por el Ecuador Sporting Club que dirigen Roberto López y Carlos Vasconcellos. Cracks como Cirilo Fernández, Galo Pulido, Leonardo Palacios, Lupo Quiñónez, Ermen Benítez, Julio Verdesoto, Abdón Echanique, Víctor Mendoza y muchos más vestirán de corto en la gran fiesta del fútbol ecuatoriano en Flushing.
El Clásico del Astillero, el partido entre Barcelona y Emelec, se ha devaluado un poco. Pero todos esperamos que ambos clubes resurjan de las cenizas y vuelvan a sacudir el alma de la gente futbolero como en aquellos años del Estadio Capwell y el Estadio Modelo.
A lo largo de la historia, que ya alcanza 64 años, el Clásico se caracterizó por los duelos inolvidables, el primero de ellos entre Juan Benítez, recio y expeditivo marcador de punta del Barcelona, y el alero zurdo de Emelec, Juan Avelino Pizauri, un argentino que llegó en 1949 para el legendario Torneo del Pacífico.
El más grande de los duelos lo sostuvieron por la derecha Luciano Macías, un jugador lleno de ímpetu y bravura, y el famoso "Loco" José Vicente Balseca. Ellos solos llenaron estadios y quienes los vimos en acción no podremos jamás olvidarlos.
El Clásico produjo un hecho inusitado y único en la historia mundial: el duelo de Helio Carreiro da Silva, Helinho, un arquero ágil y acrobático, defendía la portería del Idolo, mientras en el el arco de Emelec estaba un golero sobrio y seguro, el paraguayo Ramón Maggereger quien había estado en la selección de su país en el Mundial de Suecia en 1958.
Cuando se inició el primer torneo profesional en Guayaquil, en 1951, Emelec llevó desde Buenos Aires a un puntero derecho lleno de astucia y habilidad que formó parte de una familia que dejó un gran recuerdo: Orlando Larraz. Barcelona ya era el ídolo de Guayaquil.
El 8 de septiembre de 1951 Larraz salió al campo del Capwell. El hombre encargado de marcarlo era Galo Solís, uno de los jugadores criollos que más había aportado a la fama del equipo oro y grana. Jugaron cinco Clásicos antes de que Orlando se fuera a Colombia donde fue campeón con Independiente Medellín y con Millonarios.
No habían vuelto a verse hasta hace pocos días en que se le hizo un homenaje a Galo Solís por sus 80 años en el acogedor Rincón Latino, de don Néstor Dután. De entre un grupo de amigos entre los que estaba de incógnito, salió Larraz para darle un abrazo al sorprendido "Papa chola". Lágrimas de emoción bañaron el rostro de los dos cracks que terminaron contagiando a todo el público.
Volverán verse en el Clásico del Astillero de los veteranos el próximo sábado desde las cuatro de la tarde, en la cancha 5, organizado por el Ecuador Sporting Club que dirigen Roberto López y Carlos Vasconcellos. Cracks como Cirilo Fernández, Galo Pulido, Leonardo Palacios, Lupo Quiñónez, Ermen Benítez, Julio Verdesoto, Abdón Echanique, Víctor Mendoza y muchos más vestirán de corto en la gran fiesta del fútbol ecuatoriano en Flushing.
Fuente: El Diario On Line
