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martes, marzo 17, 2015

"Al maestro, con cariño"

Publicado a las 4:43:00 p. m. por webmaster

Editorial de Francisco Sandoval. Publicado por Bendito Fútbol.

Si, yo sé que es demasiado evidente que este título no lo inventé yo. Muchos de quienes están leyendo este artículo de opinión saben que dicha frase corresponde a la traducción del título de la novela británica “To Sir, with Love” (de E. R. Braithwaite) para el mercado latinoamericano, así como de la inolvidable película clásica que dicha novela inspiró en los años 60.

¿Qué tiene que ver todo esto con el “Bendito Fútbol” que tanto nos apasiona? Mucho, si nos enfocamos en lo que vive Emelec en estos días, ante la partida del cuerpo técnico liderado por Gustavo Quinteros, quien hoy inicia su andar por rumbos tricolores.


Quien hasta ayer fuera el director técnico del club ‘eléctrico’ tiene algo en común con Mark Thackeray, el personaje principal del filme británico, encarnado por Sidney Poitier. Al igual que Thackeray, el profe Quinteros llegó para encontrarse con un grupo de personas con gran potencial, pero sin el liderazgo que los ayude a desarrollarlo; y totalmente desmoralizados por los fracasos que acababan de experimentar de la mano de Juan Ramón Carrasco y Marcelo Fleitas. El desafío era claro: motivar y adiestrar al “grupo” para que volviera a funcionar como un “equipo”, en el que el éxito futbolístico e institucional fuera el objetivo de todos.

En la ficción, el maestro Thackeray notó que el estado anímico de sus nuevos alumnos, así como su comportamiento errático, estaban claramente influenciados por el abandono al que estaban sometidos por parte de las autoridades del instituto, y por la poca fe que el resto de la sociedad tenía en que ellos pudieran cambiar. En la vida real, la llegada de Quinteros a Emelec se dio solo después de que la dirigencia tomara decisiones negligentes que incidieron en el estado anímico del grupo, como esperar demasiado a que Carrasco pudiera plasmar sus ideas en el equipo (lo cual nunca ocurrió); y jubilar al ‘titán’ de la defensa para convertirlo, de emergencia, en un DT improvisado, sin el conocimiento ni la experiencia necesarios para remontar la adversidad. Todo esto ante la mirada complacida de la prensa deportiva que, en su mayoría, criticaba al equipo y lo condenaba a la mediocridad eterna en cada oportunidad que se le presentaba.

Para salir adelante, era necesario que el trabajo del nuevo cuerpo técnico abarcara múltiples ámbitos. Implementar en el grupo un estilo futbolístico con aspiraciones de éxito solo sería posible a través del diálogo y el entrenamiento, puliendo el talento individual de cada jugador. Lograr un equipo fuerte y organizado requería convencer a cada uno de sus integrantes, especialmente a los más jóvenes y talentosos, que la única forma de brillar individualmente era contribuyendo al éxito de todo el equipo, sin egoísmos ni envidias. Y, por último, para dejar atrás el desánimo provocado por los fracasos (así se refiere la hinchada azul a los vicecampeonatos) de años anteriores, la motivación y el trabajo sicológico eran fundamentales.

De esta forma, Quinteros transformó en 18 meses a un equipo desorientado, individualista y sin ánimo, en el conjunto más sólido de nuestro país, con una escuadra envidiable en el que cada jugador es un obrero más, motivado y dispuesto a aportarlo todo para que Emelec sea la estrella. Un equipo que ha potenciado la capacidad de jugadores como Ángel Mena, José Luis Quiñonez, Osbaldo Lastra, Robert Burbano, entre otros; y que se ha convertido en la plataforma de lanzamiento para grandes talentos de nivel internacional, como Énner Valencia y Marcos Caicedo; y en el que incluso jugadores mediocres como Marlon de Jesús han logrado llamar la atención de clubes de otros países. Tal nivel de éxito en la consecución de objetivos es muy similar al que alcanzó el protagonista de la película que inspiró el título del presente artículo.

Sin embargo, hay algo que diferencia levemente a ambos ‘profes’. Mientras que el de la película, interpretado por Poitier -ganador de un Óscar- decidió declinar una mejor oferta laboral con tal de permanecer en el instituto y afrontar el desafío de una nueva generación con los mismos problemas de la anterior, Quinteros -ganador de varios reconocimientos que lo avalan como el mejor de nuestro torneo en los últimos años- sintió que su misión en Emelec había sido cumplida y aceptó la propuesta de la Ecuafútbol, tal vez motivado por el hecho de que allí se encontraría con un desafío profesional similar –o mayor- al que se encontró en el ‘Bombillo’ de mediados del 2012.

A pesar de todo, la pasión que ambos profesionales pusieron en su trabajo dejó una huella en las vidas de sus pupilos que difícilmente podrán borrarse. Y en el caso de Quinteros, esta huella también quedará marcada en la memoria y el corazón de la hinchada, que le rinde todo tipo de homenajes de gratitud –como este, muy sencillo pero muy sentido– al gran profesional, a la gran persona. Al maestro, con cariño.



Comunidad azul



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