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domingo, agosto 24, 2014

"Carlos Raffo llegó a Emelec hace 60 años" [VIDEO]

Publicado a las 10:27:00 a. m. por webmaster

Editorial de Ricardo Vasconcellos. Publicado por El Universo.

La propaganda interesada del periodismo “canjeable” no podrá convencernos nunca de que los cracks que se importan hoy son mejores que los de ayer. Los que han llegado en los últimos 20 años, –al menos, con estrambóticos apodos como Tanque, Tsunami del gol, Dinamitero, Bombardero y otras sandeces– prometiendo marcar tantos, juntando todos los que hicieron no llegan a la cuarta parte de los que convirtió Carlos Alberto Raffo Vallacco en su larga carrera en Emelec, el equipo al que amó entrañablemente, 9 de Octubre, Everest y la Selección.


Hace muchos años hicimos con Otón Chávez un segmento para Ecuavisa llamado ‘El Rincón del Recuerdo’. Uno de los entrevistados fue el Flaco Raffo. Su charla directa, pero enternecedora, nos transmitió una queja: “Jugué once temporadas y solo falté a tres partidos cuando el Cholo Fortunato Chalén me quebró tres costillas de un pisotón. Nunca falté a un entrenamiento y pagué con goles cada sucre que me pagaron. No tengo resentimientos, pero sí una pregunta. ¿Por qué no me hicieron una despedida cuando me fui del club? Creo que merecía al menos eso”.

No solo un homenaje de despedida merecía Carlitos. Si la gratitud fuera la regla en el balompié, Emelec debiera erigirle un busto en el estadio Capwell al jugador que transformó al club de ‘refugio de aniñados’ (al menos eso se decía en las calles) a un equipo popular. Emelec fue históricamente una mezcla de futbolistas de clase media con otros de extracción popular y de repente aparecía un burgués. El Clásico del Astillero nació porque el pueblo necesitaba adoptar a un cuadro que frenara el avance avasallador de los eléctricos con sus fichajes argentinos y uruguayos. Y surgió barcelona, en 1947, con savia puramente criolla encabezada por Sigifredo Agapito Chuchuca.

Hasta 1954 se hablaba de un Emelec que representaba a los ricos y poderosos y un barcelona que encarnaba al pueblo. Pero ese año empezó a cambiar todo. El inolvidable José Vicente Balseca, regateador insigne, ocupaba el centro del ataque cuando comenzó a hablarse de un centrodelantero que enloquecía a los arqueros en Quito, jugando para el Argentina, el conjunto que luego se llamó Deportivo Quito. Fue Dantón Marriot el que dio la noticia a Emelec. Lo había visto el 2 de mayo hacerle cinco goles al Norteamérica en el estadio del Arbolito en un amistoso. Los millonarios, que ya se habían traído de Liga de Quito a Jorge Pibe Larraz, fueron a la carga por Raffo.


En aquella época inicial del profesionalismo no había una política de pases entre una Asociación y otra, así que Emelec se valió del entonces ministro de Defensa y dirigente del club, Enrique Ponce Luque, para convencer a Raffo de venir a Guayaquil. En las innumerables charlas que tuve con el Flaco durante muchos años, con una sonrisa daba su versión de su llegada a Guayaquil: “La gente dice que me trajeron en el baúl del carro del ministro, vestido de general. Pero no fue así. En Quito sabían que andaba coqueteando con Emelec y se preparaban para no dejarme salir. Don Peche Ponce mandó al hotel a un edecán que me llevó un abrigo largo de los que usaban los militares y una gorra de oficial. Así vestido, en la noche, dejé el hotel por la parte de atrás y me subí al automóvil del Ministerio que me esperaba a una cuadra. Me fui directamente a Manta donde estaba el equipo y allí debuté en un amistoso un 31 de agosto de 1954”.

Oficialmente su estreno fue el 4 de septiembre de 1954 ante Unión Deportivo Valdez y una semana después jugó ante el Panamá. Emelec ganó 4-0 con tres goles de Raffo. Jugó solo la segunda rueda y terminó ubicado a un gol del máximo artillero de ese año, Simón Cañarte. Su llegada obligó al entrenador chileno Renato Panay a reestructurar su ataque. El Loco Balseca pasó a ser puntero derecho y allí, en la raya, su gambeta endemoniada y sus locuras le ganaron un lugar en la historia. El delantero manabita Júpiter Miranda dejó la punta zurda y pasó a formar ala con Balseca. Su puesto fue ocupado por Eduardo Bomba Atómica Guzmán.

Ese Emelec de Yulee, Ubilla, Arguello, Leiss, Chompi Enriques, Galo Solís, el Chinche Rivero, Bolívar Herrera y Humberto Suárez, con los delanteros mencionados, cambió la historia. La general empezó a fundir el amarillo con el azul y plomo. A la hinchada eléctrica empezaba a llegar el pueblo que saltaba en las gradas del Capwell con los goles formidables del más grande fichaje de Emelec en su historia: Carlos Raffo, llegado de 27 años, con pasado en Platense y en Central Argentino en su país natal. Fue tanto el impacto de Emelec que el pueblo y la prensa bautizaron al equipo como El Ballet Azul. Fue el primero en recibir ese homenaje pues en 1962 nació el segundo Ballet: el de don Fernando Paternoster.


Soy de aquellos que testificaron en las gradas la calidad irrepetible de Raffo. Cambió de compañeros, jugó al lado de Balseca, Daniel Pata de Chivo Pinto, Mariano y Jorge Larraz, Júpiter Miranda, Bomba Atómica Guzmán, Natalio Villa, Óscar Fernández, Américo Castroman, el Pibe Bolaños, el Maestrito Raymondi, el Pibe Ortega, Clemente de la Torre, Galo Pulido, el Chamo Flores y algunos más. Podían ponerle a cualquiera que él seguía siempre con su obsesión goleadora.

Hizo 20 goles en los Clásicos entre oficiales y amistosos y más de 100 en su carrera. Un día le dijeron que ya no lo necesitaban y se fue en silencio. El adiós recién se lo dieron antes de sepultarlo.





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